Poniendo algo de contexto, el K-Pop difícilmente recompensa la
particularidad. Cada nueva generación de idols
remplaza automáticamente a la que le precedió, quienes sobreviven pasando a
tomar roles en programas de variedades, dramas o programas de radio. A
diferencia de las bandas pop occidentales, las coreanas difícilmente destacan
una cualidad para cada integrante, todos al mismo tiempo son grandes bailarines
y cantantes, así como también figuras con sex
appeal, ambigüedad y sensibilidad. Reconocer las particularidades en la
personalidad de cada miembro de una banda es tarea exclusiva de los fandoms,
siendo un fan de mayor jerarquía aquel que logra descifrar los gustos y
manierismos de sus idols favoritos
vía programas de televisión, streamings estilo IG Live y otros casos.
Explicar las razones por las que
el K-Pop pasó a ser cultura en
occidente pese a sus formas rígidas es tema para otro día, hoy, mientras reseño
Map of the Soul:7 (MotS:7), toca
intentar reconocer cómo es posible que BTS
se haya convertido en la boyband más
popular del mundo.
Por poner un paralelo, reconocer
por qué BLACKPINK es el grupo coreano
femenino más popular globalmente no es tarea muy difícil: el cuarteto es demasiado
cercano a las formas occidentales, a tal nivel que se convierten en una apuesta
segura y de pocos riesgos, sobre todo si se compara con los múltiples gimmicks raros que ofrece Red Velvet o la evolutiva hermandad que
es la base de Twice.
La música pop es música pop en
cualquier lado del mundo, pero BTS
no necesariamente sigue los moldes que las boybands
occidentales poseen. Podría decir que al mismo tiempo es mucho más agresiva y cheesy que propuestas como One Direction, pero también logra sentirse más real pese a las notorias capas de fabricación en cada
canción. Esto último ha sido una labor que ha sido foco principal en el
concepto tras el septeto, habiendo llegado a su punto más alto en MotS: 7, donde la agrupación por fin
dio el último paso para dejar de ser reconocida como una pieza más dentro de
una industria regional a ser un tipo de entretenimiento por cuenta propia.
Reseñar MotS:7 canción por canción es fácil pero no muy divertido de
explicar. Para salir rápido de este tópico, el álbum es tan ecléctico que puede
resultarle irritante a algunos oyentes. Saltando las cinco primeras canciones
(una síntesis all killer no filler de
los temas presentes en Map of the Soul:
Persona) pasamos abruptamente de emo
rap (Suga’s Interlude: Shadow) a latin pop (Filter), rap agresivo (UGH!),
baladas heroicas a lo Chasing Cars (Inner Child), o momentos introspectivos
(We are Bulletproof: the Eternal).
Aquellos críticos que se dedican a solo descifrar la música cuando tienen la
pereza de empatizar con los creadores verán en esta variedad de géneros la
oportunidad de hablar de un “lanza de todo que algo pegará”, lo cual es cierto
hasta cierto punto, sobre todo superficial.
La palabra clave aquí es historia.
Tras siete años de trayectoria y más de diez álbumes y EPs BTS tiene la posibilidad de vivir
gracias al peso de su propia historia. Como analogía, piensa en deportes,
muchos de ellos basan su grandeza en los hitos y estadísticas que han ido
surgiendo con el paso de los años. Si bien este tema ha sido explotado desde
los orígenes del proyecto (en base a la emoción de llenar estadios cada vez más
grandes) el paso a fenómeno global ha hecho que se existan múltiples pequeños storylines a tratar.
Volviendo a lo del inicio, el K-Pop no premia la particularidad, bien
podría decir que su encanto es la diversión por sí misma, caso contrario a la
música pop occidental donde cada músico o banda de fama global se aprovecha de
recibir el tratamiento de un mesías o ángel caído. Esto me hace pensar que BTS ha triunfado globalmente al
distanciarse de ambos extremos y ubicar sus cimientos en la idea
del esfuerzo y sufrimiento humano. MotS:7
triunfa como proyecto al saber contar esta historia y agregarle cierta épica
cinematográfica. Hay canciones sobre las dudas en la pasión artística (la
destacable Black Swan), la amistad
más allá del escenario (Friends), o
reflexiones tras una larga carrera (On),
todas ellas pomposas y por momentos algo cheesy
pero no del modo lacrimógeno por el que optarían los artistas occidentales. La
música pop tiene todo el derecho de ser cursi pero por suerte, como a lo largo
de la historia de muchos tipos de artes asiáticas, proyectos como BTS no tratan con condescendencia
infantil a sus seguidores.
Como punto extra y volviendo a
hablar del poder de la historia, MotS:7
posee decenas de referencias y easter
eggs en sus canciones y videos, todas ellas relacionadas a canciones
anteriores o momentos en la vida de sus intérpretes. Como ejemplo tenemos Outro: Ego, la canción que cierra el disco
(obviemos la horrible versión de On con
feat. de Sia que figura en Spotify),
donde, a base de un alegre sampleo salido de la primera canción del primer disco de BTS, J-Hope rapea sobre el camino a encontrar la confianza en uno mismo
(una versión optimista y procesada de la idea del ego de Carl Jung, en la cual se basa toda la serie Map of the Soul). Lo que sigue es una analogía divertida, pero esto
me recuerda al rol que tiene Mía de Bad Bunny en X100pre, la cual también era antecedida por canciones densas sobre
dudas y reflexiones del pasado. En ambos casos la canción final brinda el mismo
sentimiento que uno tiene al salir del cine tras ver la gran película del
verano mientras que la música en los créditos indica que todo estará bien.
Cerrando, Map of the Soul: 7 no es un disco perfecto y mucha gente pude
encontrarle “peros”, ya sea por su eclecticismo, emotividad cinematográfica o
distanciamiento entre nuestras ideas occidentales y las formas orientales; pero nada de esto niega que es un proyecto
ambicioso bien logrado tanto como concepto y producto final. Creo que no lo he
escrito hasta ahora, pero bajo las formas del pop moderno todas estas canciones
son hits, quizás no tan arrolladoras como los singles en sus discos anteriores,
pero eso no es algo negativo, que el pop occidental nos ha malacostumbrado a más
explosiones y humo de lo que necesitamos.